domingo, 7 de diciembre de 2008

¿Dos años sin Ivanchuk?

Por lo visto, el bueno de Ivanchuk no se presentó a un control antidopaje y puede caerle ahora una sanción de dos años. La verdad es que, para la afición, Basilio Ivanchuk siempre había sido un tipo algo raro, maniático, pero gran jugador de ajedrez.
Ahora resultará que es un Maradona de las 64 casillas y que todas sus chaladuras son obra de sustancias psicotrópicas y aceleradores sinápticos. ¿Realmente es así? ¿Sus famosos nervios no serían un efecto colateral de sus hábitos de consumo? ¿Cuando le dió a aquél gong en pleno linares fue porque iba drogado? Yo prefiero la versión romántica, la verdad, pensar que simplemente es un excéntrico, un niño grande... como tantos otros figuras del ajedrez.
La verdad es que nadie del mundillo da crédito a tales acusaciones pero está claro que el no haberse presentado a los análisis (no sé si eran de orina, caca o sangre...) ha sido un error absurdo y ahora puede costarle caro. A él y al ajedrez porque es uno de los jugadores más combativos y espectaculares de hoy en día.
¿Basilio, por qué no fuiste con el amable señor de la bata? ¿Te daba miedo su guante de latex? Creo saberlo y no es precisamente porque fuera tajado y tuviera miedo de dar positivo sino seguramente porque ni él ni muchos están mentalizados de que el ajedrez es un DEPORTE.
La FIDE está deportizando el ajedrez y no para de impulsar cambios. Que si retocan los ritmos, que si pierde el que llega un minuto tarde, que si hay que llenar el botecito con orina, que si ahora cambio el Grand Prix. Total, que cada vez hay más protestas y a la FIDE le están creciendo los enanos (Kamsky, Shirov, Carlsen...). Nosotros, que pensábamos que la culpa del cisma era de Kasparov, y va a resultar que sin él se repite la historia.
Y es que EL AJEDREZ NO ES UN DEPORTE. Ni la misma élite lo piensa y si entra en el juego de la FIDE es porque se gana el dinero dando jaques y la financiación no está como para hacerle ascos al principal organizador de eventos importantes: la FIDE.
¡Qué manía con deportizarlo todo! Nuestro referente debe ser el arte, la ciencia, el póquer. Ahí está nuestro glamour, el que hace que los foráneos crean que todos los ajedrecistas somos genios superdotados. Si pretendemos que nos consideren como a los señores que sudan en pantalón corto tras un balón de cuero vamos apañados.
Y ¿para qué tanto antidoping? ¡Que se metan lo que quieran, en ajedrez y en deporte! Si fuera legal, no habría tantos problemas, tantas retiradas de medallas, tanto juicio, tanto escándalo ciclista... ¿No es dopaje usar pértigas de fibra de vidrio a lo Bubka, ni trajes que repelen el agua en natación, ni coches con mejores motores? Si no nos hicieran jugar tan rápido quizá no sería necesario drogarse. Y estudiar aperturas, ¿no es doparse?
¿Qué hubiera sido de La Bourdonnais, Alekhine o de Tahl en estos tiempos? Seguro que daban positivo...

1 comentario:

Jordi Sabater dijo...

Vassily por favor no Basilio. Gracias,por favor.